El instante en el que Mateo volvió a nacer

EL INSTANTE EN EL QUE MATEO VOLVIÓ A NACER
Retratos de lo imposible

Eran las ocho de la noche del jueves primero de noviembre. 
La bocina de algún carro sonaba más que otro en alguna calle del distrito de Miraflores. La noche giraba ruidosa cubriendo con un manto tenso aquel lugar.
Era desesperante el tiempo de esperar a que el vehículo avanzara. Mateo decidió bajar y caminar hasta el instituto.
Las calles se hacían cada vez más largas de transitar, a medida que otros pasajeros imitaban a Mateo y bajaban también para llegar a su destino a pie.
El corazón se le salía del pecho con cada paso. Iba a llegar tarde, detestaba llegar tarde, de hecho nunca antes había llegado tarde a la primera clase de algún curso. En especial porque comenzaba el último ciclo de su carrera y aquello era el comienzo de un paso importante en su vida.

Subía presuroso las escaleras, esquivando alumnos que se quedaban parados como si hubieran comprado el tiempo.
Cuando llegó al salón se detuvo en el marco de la puerta. ¡No había nadie!
Rápidamente preguntó a la secretaria del lugar, quien le indicó que aquella primera clase era en un laboratorio de computación.

Estaba enojado consigo mismo por su maldita impuntualidad. Sin embargo, tenia que llegar, quería llegar, debía llegar.
Entonces se cumplió lo esperado. Llegó.

El mundo se paralizó de repente. Todos los sonidos se esfumaron, los problemas se fueron, su enojo se limitó a cero.
Aquellos ojos, tan únicos, le quitaban todas las palabras.
Fue un segundo eterno, lindo, único.
De pronto el hielo se rompió, ella lo invitaba a pasar con la sonrisa más linda del mundo.
Aquella historia imposible comenzaba desde aquel lugar.



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares